
Escalar
Esta semana en la agencia recibimos un mensaje urgente: un potencial cliente que necesitaba un logo para un cartel para un negocio, porque era urgente, porque era lo único que le faltaba. Un grito desesperado, una exclamación comercial. La dificultad inicial fue desarmar esta lógica, desenredar la idea que postula al recurso como si se tratara de un toldo o el paño de un vidrio. En la columna de hoy, escalar. Un proceso sano y natural. Empecemos.
Antes de seguir, quiero decirles que la historia no tiene un final feliz porque no logramos un acuerdo de trabajo, y va más allá de lo económico. Por cómo se dieron las cosas, quizá era lo mejor. El punto es que, si bien logramos pasar del mensaje por redes al whatsapp y luego a la comunicación telefónica, no logramos un encuentro personal para indagar un poco más sobre el negocio, sus productos, servicios, fortalezas, debilidades. Sobre lo que debía generar, despertar, motivar, promover o cambiar de cara a los potenciales clientes.
Lo único que logramos fue llegar al punto informativo de un nombre predefinido. Se llama así, y sin que suenen platillos, nos lanzó el nombre llamativo, extraño, sin ningún tipo de contacto con lo que el negocio ofrecía. El pedido taxativo era diseñar, léase darle vida visual a esa denominación; lo quiero así, lo quiero ya, lo quiero urente. Una tarea operativa, un archivo que ya estaba esperando la imprenta para colgar de una fachada para abrir. La respuesta fue no. No llegamos a un acuerdo, no hubo forma, porque no hay manera de avanzar sin pensar. Sin complejidades, pero no.
Lo que quiero dejarles hoy es la idea de que el concepto de "negocio escalable" quizá requiera de un mayor esfuerzo al principio, pero sin dudas es un piso que nunca tendrá techo.
Porque si lo hacés bien, si entendés profundamente a tus potenciales clientes, los productos que vas a ofrecer, cómo los vas a ofrecer, las virtudes de tu ubicación, la competencia que te rodea, la forma en la que podés aportar valor, es por ahí. El resto viene solo, porque decanta naturalmente.
Mirar al horizonte, revisar el punto de partida, pero, sobre todo, a dónde podés llegar. Ir más allá. Suena lindo, ¿no?
No hay misterio, no hay complicaciones, solo apertura mental para escuchar y poner la planificación del modelo por delante de los recursos con los que le vas a dar vida. La trampa es la inmediatez que sabotea los procesos bajo la falsa promesa de la efectividad, porque no hay tiempo para teóricos. El enemigo número uno de los negocios, la prisa, la urgencia y la falta de estrategia. Como si todo se tratara de una fórmula mágica.
Que no te mientan, nada que salga sin una charla para entender el negocio puede funcionar. Si querés escalar, primero asegurá los procesos. Entendé, construí, pensá y, al final, ejecutá. Con algo de tiempo, para que efectivamente dure mucho tiempo.
El primer paso, colocá bien el pie y asegurá las sogas; si no, rápidamente te vas a venir a pique. ¡Escalá tu negocio y llegá a la cima!